Hubo un tiempo en el que los
rectores y plantilla del Atlético de Madrid decían que el objetivo era jugar en
Europa, el mismo tiempo en el que el presupuesto era el tercero o cuarto de la
categoría y se traducía después en unas indecorosas sextas y séptimas plazas
que, con fortuna, te daban el acceso a la UEFA por la gatera, un mismo tiempo
en el que los jugadores se "conjuraban" varias veces por temporada
para solventar una situación complicada que ellos mismos habían generado pero
que no sabían muy bien por qué, porque las personas que les dirigían eran unos
auténticos ineptos y los que les habían fichado, también.
En ese mismo espacio de
tiempo el Atlético de Madrid salía a jugar contra su eterno rival como el preso
que va al patíbulo, en muchas ocasiones los jugadores se orinaban encima antes
de salir al campo y eso se traducía en recibir goles en los primeros minutos,
eso si no te remontaban a base de poner más empuje y corazón, algo en lo que no
te puede ganar un equipo de millonarios si tú, inferior en calidad, quieres
vencer, un tiempo en el que los empates se celebraban casi como victorias.
Afortunadamente ese tiempo ha
pasado, se preguntarán ustedes qué ha cambiado si los dirigentes son los mismos,
la respuesta es corta y sencilla: Diego Pablo Simeone y Germán Burgos (el gran
olvidado). Entre los dos se propusieron levantar a un cadáver que caminaba
hacia el abismo de Segunda y en unos meses le convirtieron en campeón de UEFA,
fue la base sobre la que se construyó el bloque que tenemos hoy de gente
comprometida, que no se arruga ante ningún rival ni escenario, los mismos que
se propusieron acabar con años de vergüenza en los derbys en el mejor momento
posible, en una final de Copa en la casa del adversario, los mismos que son
capaces de morir sobre el campo antes de dar un balón por perdido, los mismos
que el año pasado asombraron a todos con un título liguero que muy pocos
podrían haber esperado a principio de temporada, los mismos que estuvieron a un
minuto de conseguir una Champions merecida, pero esa espina ya se encargarán de
sacarla.
Ayer escribieron un capítulo más
en la historia rojiblanca con un partido que los que tuvimos la fortuna de
asistir recordaremos el resto de nuestra vida, aplastando literalmente a un
Real Madrid que llegaba líder y con el favoritismo de las casas de apuestas,
esas mismas que aún no se han enterado que en las últimas ocasiones la victoria
ha caído del mismo lado y que incluso en la última victoria blanca no fue en
los 90' reglamentarios. El Atlético quiso dar un puñetazo en la mesa para
demostrar que cuando quieren, también saben ganar a los grandes sin aprovechar
los contragolpes.
Se quejaban los madridistas
de que llegaban al partido sin Ramos, James y Marcelo, pero el Atlético sufrió
un revés importante en forma de lesión cuando Koke (con empate a cero) tuvo que
abandonar el campo con una lesión muscular que tiene mala pinta, recordemos que
el canterano ha jugado más de 2000 minutos y queda la mitad de temporada. Al
mismo tiempo Godín sufría una rotura del tabique nasal a codazo de Kedhira que
el árbitro no sancionó ni como falta. Daba igual, para ese entonces Saúl iba a
demostrar que no sólo tiene potencial y Godín aguantar como un titán los 80'
restantes.
El Atleti, maniatando al
Madrid al que no dejaba ni acercarse al área y con rabia llegó el primer gol,
un balón que retrasó Mandzukic desde el área a la frontal y allí pateó Tiago
con el corazón de las 55.000 personas que ondeaban banderas rojiblancas, el
balón lo intentó atajar Casillas pero se le terminó escapando por debajo y
entrando en la portería. La ventaja se había cobrado. En otra ocasión el equipo
se hubiese mostrado prudente, atacando siempre que la retaguardia no sufriese
desequilibrios, ayer no, el equipo quiso más y el segundo no tardó en llegar
con un remate acrobático de tijera de Saúl que entró ajustado al palo. El partido
tomaba claro tinte rojiblanco que todavía pudo agrandar más la renta si el
árbitro hubiese sancionado una mano en el área que no sólo no pitó sino que
encima sancionó con sendas amarillas a Godín y RG por protestar, es lo que
tiene rebelarse contra el poder establecido. Sólo al final de la primera mitad
el rival se acercó al área, pero ni tan siquiera en esos minutos tuvo ocasiones
de verdadero peligro, entre todos conjuraban el peligro robando y/o
obstaculizando en el último momento. Ni Cristiano era un peligro, más
preocupado de protestar y reclamar faltas que de jugar, el público cada vez que
perdía un balón repetía el estúpido sonido con el que recibió el balón de oro.
En la segunda mitad el equipo
todavía jugó mejor, combinando llegaron las mejores jugadas del partido (con
permiso de Saúl), en una de ellas Griezmann pudo emular al canterano con otra
chilena, y poco después tras varios taconazos y paredes un centro al área lo
remató Tiago demasiado picado como para que fuese gol, una verdadera lástima.
El tercero llegó en otra buena jugada, que culminó con Saúl anticipándose en el
segundo palo para colocar un pase al otro palo, donde Griezmann se anticipó a
Varane. La grada era un fiesta en aquel entonces con varias olas consecutivas.
En pleno festival salió
Torres para mayor alegría de la grada y éste correspondió poniendo un balón
perfecto al área que Mandzukic, perfecto toda la tarde, se encargó de rematar
al fondo de la red. La goleada se había redondeado con el 4-0. El equipo se
había vaciado para golear al eterno rival, algo que los atléticos no
olvidaremos. Se acabaron aquellos discursos del cuarto puesto, el equipo podrá
acabar campeón o tercero, pero sabemos que por falta de intensidad no será y
eso nos llena de orgullo. Orgulloso del Atlético de Madrid.