El Atlético, en semifinales de Copa
En la previa nadie sabía cómo saldría el Atlético de Madrid, ni ellos mismos (los futbolistas). Con esa dificultad afrontan los rivales los partidos, con la que entraña un equipo travestido de inocentes colegiales día sí día no, si te cae ese equipo en gracia muy malo has de ser para salir derrotado, si te toca el Atlético serio, el corajudo como el día del Recre o simplemente el funcionarial como el de hoy, las opciones bajan enteros.
Tenía pocas esperanzas en el partido de hoy, salvo la reacción post-Recre que duró 10 días, al equipo se le habían vuelto a ver las vergüenzas tanto en Copa como en Liga, mala señal para afrontar el partido más importante del año. Sí, lo han oído bien. El de hoy era el partido clave por varios motivos, porque supone el acceso a un título asequible, porque de paso supone una vía rápida hacia Europa y porque la Liga pinta en bastos, para qué seguir engañando a la cabeza.
El partido comenzó con los mismos protagonistas de la ida por parte celeste, en el lado rojiblanco sólo entró Assunçao por el inefable Raúl García, que tendrá que ir amoldando su trasero al banquillo. El equipo notó el cambio, con el navarro en el Calderón se partió el equipo por esa zona, los celestes se apropiaron de la parte ancha e incluso el irregular Trashorras montó su tienda de campaña allí. En Vigo no, el brasileño cogió la tiza para marcar la raya avisando a los rivales que de ahí no se pasaba, a la vez Tiago creció, se vio liberado de equilibrar defensivamente al equipo y a partir de ahí empezó a trenzar jugadas con mayor o menor acierto. Será importante en este equipo, le falta mejorar su forma física que le hace tan lento en la transición, pues decían en la SER que él es así… ni mucho menos, dispone de mejor condición, viene de calentar en la banda observando cómo Sissoko juega y él no, difícil coger ritmo competitivo así.
Por lo demás, el partido era un tostón increíble. Me recordaba al Getafe-Atlético del domingo, unos locales que intentaban tener el balón y unos visitantes que esperaban tener su ocasión pasando pocos apuros. Iago Aspas, un incordio en la ida, vio la amarilla por una absurda patada a López tras haber señalado el colegiado falta sobre el propio jugador… una forma de comenzar a desquiciarse.
Si dije que el partido se parecía al del Coliseo Alfonso Pérez, era verdad, afortunadamente para nuestra suerte, se rompió ese maleficio decantándose la balanza hacia nuestro lado en una jugada que bien la podría haber firmado Perea. Noguerol, central gallego, ve cómo se le escapa el control del esférico con el infortunio de que Forlán pasaba por allí para recoger el regalo, correr hacia la portería y ajustarla junto al palo. 0-1, la eliminatoria cogía colorcillo rojiblanco.
Por supuesto, antes de oír ventajistas, no recularé ni un ápice con Diego Forlán. Cuando está bien se dice, cuando está mal también, y en partidos anteriores directamente ni apareció por el campo, repercutiendo en el equipo. Hoy estuvo bien.
De paso quería dejar constancia que el uruguayo se abrazó a Quique, al banquillo por completo y todos fueron una piña. Lo digo por los juntaletras del AS, que luego pronto sacan su asquerosa lengua antes de partidos importantes a decir “se llevan mal con el técnico”, “hay mal rollo entre ellos”, bla bla bla… ¡y una mierda! Dedicado a Manolete, Picu, Matallanas y a ti también, Iñako. Cada día vendéis peor las miserias.
Desde ese momento y hasta la conclusión de la primera parte, el Atlético mostró su cara más seria de la temporada. Aplicado en defensa, sin concesiones, dándola enseguida al compañero desmarcado… vamos, lo normal en un equipo que ha jugado dos ediciones consecutivas de Champions, no han descubierto la pólvora. Mientras, el Celta entraba en un bucle que no le convenía un tanto acelerados, queriendo llegar antes de la cuenta a posiciones de remate.
En el comienzo del segundo acto asistimos a unos minutos de juego combinativo entre laterales que se descuelgan en ataque, un mediocentro que apuesta por jugar y un par de interiores con calidad como Simao y Reyes, el segundo destacado, el primero sin velocidad.
Con esos mimbres, las ocasiones debían ir cayendo poco a poco, a los tres minutos una apertura de Ujfalusi deja al Kun solo frente a Yoel (el portero celeste) que lamentablemente quedó anulada por fuera de juego, justito, pero “orsay”.
También se vieron un par de jugadas en las que las combinaciones no sirvieron cara al marco, pero sí para mantener el tempo del partido. Manejo de equipo grande, justo lo que nos hace falta desde hace muuuucho tiempo.
Sin embargo, la alegría dura poco en casa del pobre, Tiago había visto la amarilla en la primera parte en una falta que aun me pregunto (por protestar, quiero entender), de tal forma que en un lance casi se juega la segunda. Quique, ya escarmentado, decidió meter casta en forma de Raúl García al campo, jojo. Bueno, he de decir que estuvo bien para sus costumbres.
A partir de ese instante, el Celta empezó a crecer en pos de una igualada que les llevase a la prórroga. Joselu había entrado por Aspas al descanso, el sustituto dio problemillas en la zaga que fueron resueltos con precisión por un, hoy segurísimo, Perea y un baluarte digno de elogio, Domínguez.
Hubo una jugada de polémica que bien pudo marcar el partido y, por ende, la eliminatoria. En una falta del colombiano a Joselu, ve la amarilla el primero. Pérez Lasa anota la amarilla, momento que aprovecha Trashorras (qué mal me cae este tipejo) para marcar gol mientras De Gea colocaba la barrera. Gol anulado por adelantarse, amarilla por protestar y cara de idiota, que en su caso va de serie.
Después un centro impactó en el larguero poniéndonos los … de corbata. El Kun hizo una jugada de videoconsola marchándose de dos defensas en una baldosa, Simao perdonó un gol claro al disparar al muñeco (se llevó el peluche) y terminamos viendo cómo el ‘10’ se marchaba del campo dejando paso a Juradito. Mal, me pareció mal.
El Celta iba creciendo, casi le parte Michu las costillas a Perea en un encontronazo perfectamente evitable por parte del asturiano, que ya le vale, para una vez que no arma el taco ‘calamity’ Perea le quieren sacar del partido. Forlán dejaba su sitio a Ibra, justo antes había desaprovechado una ocasión clarísima que cruza en exceso. Mal asunto otra vez, ¿y si marca el Celta? Jugaríamos una prórroga sin nuestros dos delanteros titulares, sin el mediocentro creador y… reventados anímicamente, porque eso hubiese supuesto un gol en contra.
No era el día, la retaguardia concedió una tregua aupándonos a unas semifinales que pueden ser la lanzadera hacia la final. 180 minutos para una final, ¿qué Atlético veremos?