Espera Paraguay
España empezó el partido muy bien, concentrada, con prisas por ponerse por delante y fruto de ese arreón inicial dispusimos de dos ocasiones no claras pero sí peligrosas, la primera nada más comenzar, Torres se abre en el pico izquierdo del área grande, pisa área y ajusta un disparo a media altura al palo largo. Palomita de Eduardo para despejar el balón, uyy.
Minutos después, en pleno dominio español sobando el cuero como es debido, de un lado a otro buscando el hueco, Villa agarra el balón en una posición parecida para soltar un zurriagazo seco que bota justo antes de llegar al portero, éste la despeja a un lateral como está mandado.
Portugal sufría el acoso, su objetivo: ceder la posesión a cambio de lanzar peligrosas contras. Pero Cristiano no es ni por asomo ese gran futbolista que nos quieren hacer tragar con cucharón la prensa española, un gran jugador de partidos menores, horrible en las grandes citas, lo distinto de aquel chiquito pecoso con el 9 a la espalda, aquel que aparecerá cuando el ruido de los sables rechinen en nuestras orejas, recuérdenlo, sobre todo los desmemoriados (perdón, quería decir estúpidos) madridistas.
En un determinado momento de la primera parte, hacia el minuto 20 aproximadamente el partido se convirtió en un bodrio de cuidado, a nosotros no nos duraba el balón, perdíamos balones en posiciones comprometidas de la mano de Xabi Tontonso y Sergio Gramos, dos inútiles encumbrados a estrellas mundiales. Los portugueses metían el miedo en el cuerpo con dos disparos venenosos ayudados por un portero nervioso o digamos, poco académico. En el primero un disparo de Tiago saca las vergüenzas de un Cosillas incapaz de blocar o despejar de forma efectiva, de tal forma que en la segunda jugada se tuvo que jugar el tipo con Almeida que casi la enchufa de cabeza. En la segunda una falta lateral de Crisantemo desde 35 metros mete el miedo en los huesos al ser incapaz, one more time, nuestro portero de blocar ese balón (en ese momento grité: “¡con De Gea eso no pasaba!”), pero es el mejor portero del mundo, de la historia y de la Vía Láctea… por los cojones.
Poco más que contar en la primera parte. La segunda comenzó distinta a la primera, buscamos la portería rival digamos que con el conservadurismo en la cabeza. Torres lo intentó un par de veces, no era su noche y cuando en una parecía clara Ramos decidió asesinar la jugada él solito. Los portus seguía ensimismados en su “fado”, interpretado a la perfección por su diva. Simao demostraba al mundo entero su falta de desborde, la pobre participación colectiva y tal y tal, el peligro recaía en Almeida en mayor medida, un auténtico incordio mientras estuvo en el campo.
Digo esto porque llegamos al momento clave del partido, el cambio. La gente dirá que España mejoró porque Torres le dejó paso a un buen Llorente… ¡no! La salida de Almeida fue fundamental, Piqué y Puyol respiraron aliviados, la diva pasaba a ser el delantero centro y Danny cubría el puesto en la banda (intercambiando la banda con Simao), en ese momento Portugal fue menos selección, carecieron de referencia arriba notándolo en su juego, de paso Llorente intimidaba con su altura tanto a Alves como Carvalho, en la primera remató en plancha un centro horripilante de Ramos que todavía tuvimos que aguantar a Paquito González cantándolo como “buen centro” (¿cómor!).
Dos minutos más tarde una jugada combinativa en la que participaron los dos jugadores talentosos del once, ¿adivinan cuáles? No, no me sea cabrón, el tolosarra nunca puede entrar en ese apartado. Iniesta conduciendo por la frontal encuentra a Xavi en el área y éste prolonga de tacón para que Villa fusile en dos tiempos la meta de Eduardo. Gol y liberación.
A partir de ese gol empezamos a tocar, tocar y tocar sin prisa, los vecinos incapaces de presionar efectivamente ni de crear fútbol de ninguna de las maneras veían cercano su fin. Para evitarlo, Queiroz dio una lección de cómo no hacer los cambios, sacó a Mendes por Pepe (tanto monta, monta tanto) y Liedson por Simao, este cambio sí era acertado. Sea como fuere, el juego siguió siendo el mismo, unos tipos de rojo moviendo el balón de un lado a otro mientras los de blanco corren detrás, qué gran película.
El señor Patata, visto el éxito del momento debió pensar que mejor dejar las cosas tal cual, “a ver si voy a tocar algo y la jodo”. Ni un amago de meter a Cesc o Silva para ganar posesión de balón en un momento cantado para hacerlo, qué suplicio con el bigote con ojos. Encima, a falta de 2 minutos para el final retiró a Villa por Pedrito, en una evidente acción suicida por su parte, ¿qué hubiese pasado si Portugal mete un gol en un centro llovido? Jugar la prórroga sin Villa ni Torres… entre tanto un portugués se expulsó por tocar a Capdevila, la verdad vi la acción insuficiente, pero güeno. Terminó el encuentro con el cambio de Marchena por Alonso, en un claro intento de engordar las estadísticas positivas del sucio central andaluz.
España a Cuartos contra Paraguay, en teoría una rival asequible, pero no se fíen ustedes, las carreteras están llenas de tipos que se confiaron en aquella curva “fácil” perdiendo el control de su vehículo y estampándose contra el árbol de la cuneta.