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Goleada con el freno de mano echado

Así parece que serán las tardes de fútbol en el Calderón, plácidas veladas en las que disfrutar del fútbol y recordar (nunca olvidar) aquellas infames peleas de lucha grecorromana con balón, en las que lo raro era que no saliese nadie herido. Salvo la retina del espectador, claro.

Teníamos, corrijo, tenemos ante nosotros una de estas fases de la competición en las que en catorce días juegas cinco partidos, una auténtica paliza para las piernas de cualquier futbolista. El Atlético de otros años disputaría -o saldría, depende- estos encuentros con los mismos once futbolistas más alguna variación en función de lesión/sanción. Este año no sólo no ocurre lo mismo sino que Manzano se permite el lujo de dejar fuera de la convocatoria a tipos importantes como Tiago, por ejemplo, y de dejar en el banquillo a un tal Reyes, casi nada.

Todo esto apenas se nota porque en el campo existe un tipo llamado Arda Turan en la sala de máquinas, y otro llamado Falcao para rematar todo lo que pueda caer cerca suyo. El colombiano costó cuarenta millones y a día de hoy nos empieza a parecer barato, un auténtico escándalo su derroche físico-táctico. Estuvo en casi todas las ocasiones de peligro rojiblancas, forzó un penalti en los primeros compases que Iturralde no tuvo a bien pitar, remató un corner botado por Gabi en el que Cuéllar cantó y –cómo no- otra vez Iturralde decidió no conceder, anotó el primer gol del partido o al menos fue parte importante, remató un centro de Silvio que Cuéllar repelió… todo esto en la primera parte.

Falcao aparte, Courtois se ha erigido en el portero titular tanto en liga como en UEFA sin que apenas le hayamos visto lucirse en los dos últimos partidos, es el único que no rotará salvo en la Copa. En realidad, y aunque apenas se repetirá once, la defensa de hoy apunta a ser la habitual en partido de máxima exigencia, con Silvio y Filipe por las bandas, más Domínguez y Miranda en el centro, pudiendo entrar Godín por cualquiera de estos dos.

Hablaría del partido, pero de verdad que no me salen las palabras, aparte de esas jugadas mencionadas en la primera parte, no hubo otra cosa que dominio atlético con posesión siempre por encima del 60%. En la segunda parte comenzaron algo dormidos, quizá desde la perspectiva que daba el sentirse por delante y superiores tras los primeros 45 minutos. La diferencia entre un Atlético que sestea y un Sporting que no carbura la marca el colombiano, en un centro lateral cabecea cerca de la escuadra asturiana. Era el aviso para una zaga totalmente ineficaz en los balones aéreos, poco después Domínguez acertaba en la salida de un corner ante la pasividad de todos y la lamentable salida -y van…- de Cuéllar.

Falcao, y perdonen que le cite tanto, pero el partido no se entiende sin nombrarle, decidió comenzar otra vez su número. Jugada personal con recorte de libro y disparo a la escuadra, se gritó el ¡uy!

Por cierto, qué torpón es Salvio, generará jugadas de peligro… las mismas que desperdicia liándose solo. Una verdadera pena, yo prefiero a Adrián cien veces.

Volviendo al meollo del asunto, Radamel vuelve a probar suerte individualmente al adentrarse en el área por el costado izquierdo, realiza un recorte, la pelota se traba entre el defensor y él mismo, la pesca de nuevo, vuelve a recortar hacia fuera y engancha un disparo fuerte al palo largo. Gol. Partido finiquitado completamente. No obstante, un tipo voraz como él nunca descansa y como Manzano decidió dejarle en el campo los 90 minutos, conectó un cabezazo magistral a saque de falta desde la banda diestra que se mostrará en las escuelas de fútbol. De verdad, marcó los tiempos de salto y remate a la perfección, para colmo consiguió dirigir el balón a la mismísima escuadra astur. Una delicia.

Poca más historia en un partido que el Atlético jugó sin forzar la máquina, en el que Reyes salió en la segunda parte por Koke y Mario por Assunçao; la nota curiosa fue observar a Salvio ocupar el lateral derecho al introducir Manzano un cambio atípico como es el de Adrián por Silvio. El sábado espera el Barcelona, viajamos con muy buenas sensaciones.

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Este no es mi equipo que me lo han cambiado

Venía el Atlético de cuajar un partido serio frente al Celtic, un equipo en clara decadencia como hemos reconocido la mayoría, con un patrón de juego desconocido para los púberes y ya casi olvidado para los más mayores. Agarrados tautológicamente al ramplón resultadismo (ese que tantas veces te deja con las vergüenzas al aire) ya muchos creían que la base para conseguir algo importante se basaba en defender juntitos y esperar a que los de arriba cazasen alguna. Diego, Manzano mediante, ha cambiado la historia.

Y permítanme centrarme en este futbolista, lo hago porque hoy claramente se ha visto dos atléticos sobre el campo, el de la primera parte con el brasileño en el campo fue un equipo con brújula, con un tipo que sabe en todo momento qué conviene al juego, que da rapidez cuando se necesita y vira sobre sí mismo si la jugada lo requiere, un tipo especial. El segundo -sin él- no fue mal equipo, cierto que se vio con el resultado de cara y un rival casi entregado, condicionante claro, pero la circulación fue más pastosa, mascada en algunos momentos y no tan clarividente, un buen equipo… sin más.

Lo bueno, aparte de Diego, consiste en que hay más piezas de nivel por detrás, no sólo consiste en tener al crack más abrigado del mundo -rodeado de mantas- sino que los Turan, Reyes, Falcao o Tiago han demostrado hoy que están ahí para dar mucho que hablar, sin decir nada de los que esperaban en el banquillo. Un lujo.

El partido ha sido un baño total del fútbol a un Racing que ni se ha enterado de qué iba el asunto, desde el primer momento han maniatado al rival hasta el punto de que los goles caerían poco a poco. Acertó Falcao en una buena jugada de combinación entre Diego, Reyes y Falcao, éste último remata primorosamente.

Después llegó un gol anulado (legal) en el que Diego encuentra un pase increíble a Tiago a la espalda de la defensa cántabra, Tiago deja con el pecho a Falcao, que empuja a la red. Debió subir al marcador. En plena avalancha de fútbol (no llegábamos a la media hora), Diego recibe un balón en el pico del área y, viendo que no iba a sacar mucho partido, mete la puntera lo justo para que el central le atropelle torpemente. Penalty. Transformó Falcao pausadamente, amagando.

Pudo ser peor, en una jugada no se acertó con la meta de Toño por liarse entre unos y otros a complicar la jugada, aparte del paradón inicial del meta. Vendaval rojiblanco.

Así se llegó al descanso. En la segunda parte hubo cambio de partida, salió Diego para dejar paso al ex deportivista Adrián. Aparente cambio de dibujo a un 4-4-2, pero en realidad Turan bajó a ocupar el sitio del brasileño en el sistema. La posesión siguió perteneciendo a los rojiblancos, sin embargo, como dije al principio, se volvió más previsible y lenta la transición, lo que no impidió que Turan encontrase desde el balcón del área un pasillo en diagonal al desmarque del colombiano, un asesino del área que tan pronto saca el subfusil como te apuñala sutilmente con una vaselina. Un auténtico boina verde.

Manzano comprendió que la semana nos ofrecerá emociones fuertes retirando también a Falcao por Pizzi, debutante hoy en partido oficial. Con el Sporting en 72 horas y el Barcelona en seis días, tampoco era plan de forzar con tus hombres menos rodados y a la vez más importantes. Se afeó el encuentro con un Racing al que no le sentaba muy bien perder tan claramente y con un Atlético que tampoco quería forzar.

Redondeó la tarde Adrián con un gol de cabeza en el punto de penalti gracias a una rosquita de Turan, muy participativo todo el partido. También hubo minutos para Juanfran, que salió por Reyes.

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Tan extraño como positivo

Sensaciones extrañas en el Vicente Calderón. En primer lugar quizá peque de romántico, pero ver al Celtic de Glasgow saltar al césped cual abejas no debería estar permitido. Si llegase despistado, es decir, no me informan de cuál es el rival, hubiese pensado que se trataba del Borussia Dortmund o, vaya usted a saber por qué, una reedición del partido que nos enfrentó el año pasado al Aris de Salónica. No fue así, el Celtic se debe a Nike, esa compañía que te viste de Spiderman, de amarillo chillón, de naranja fosforito o te cambia el color de tus pantalones/medias porque les sale de los pelendengues y porque para eso te pagan un buen puñado de eureles por temporada.
Centrándome en el juego, me resultaba muy extraño ver unos meses más tarde una alineación del Atlético de Madrid sin Forlán, Kun, De Gea, Reyes y Tiago (fijo todo el año pasado), muchas piezas en nuestro puzzle habitual. No obstante, he de reconocer que los recambios han ilusionado al personal y también a mí, por poner un pero… los Courtois, Ribas o Pizzi no deberían haber llegado cedidos sino en propiedad, y en última instancia con una opción de compra, como es el caso del portugués.
Comenzó mandando el Atlético, el centro del campo con trivote (Gabi-Mario-Koke) más la pareja Diego-Arda prometían posesión de balón, mucho dominio sobre el rival. Al segundo minuto acertó Falcao de cabeza a la salida de un corner, ¡un delantero centro, no puede ser! Y no era fácil el remate, llegó desde atrás para alzarse sobre los defensores escoceses, picando certeramente al fondo de las mayas. Poco después se pudo marcar el segundo en el minuto cuatro, hubiese sido demasiado buen comienzo, para despertar al personal de este sueño aparecieron las dudas entre el centro del campo y la defensa. Una jugada que comienza Samaras circula rápidamente hacia la portería rojiblanca hasta que el delantero (el dorsal 80tantos, ¿dónde quedaron las costumbres?) tropieza torpemente con la salida de Courtois. Un verdadero alivio, por cierto.
Aparte de ese comienzo loco, el partido fue de dominio rojiblanco, por empezar a poner pegas -no todo es positivo- la circulación se volvía lenta y espesa por momentos, telegrafiando cada pase hasta el punto de pecar de previsibles, eso sí, paciencia toda la del mundo. También he de decir que se verán muchas florituras que nos desesperarán por momentos, ya que no es lo mismo hacer la monería con ventaja en el electrónico que empatados.
Casi al final de la primera parte los escoceses se desperezaron y comenzaron a poner cerco a la portería atlética, más por ganas que por calidad, más por desidia rojiblanca -¡esas entregas en falso!- que por acierto católico. Es lo que hay, no sé si también se debió a un bajón físico, el caso que todos pedíamos la llegada del descanso como el que espera un oasis en el desierto o bicarbonato cuando aparece Crisantemo en la televisión.
La segunda parte fue un calco del final de la primera, se ponía complicado el asunto hasta tal punto que clamábamos por un cambio que permitiese volver a dominar el centro del campo, fuese Tiago o Reyes, pero alguien. Y de repente… Arda. Una jugada inocente que nace desde banda izquierda, balón de Antoñete al desmarque del turco, éste gana línea de fondo y la pone hacia atrás al centro del área, allí Diego cruza al palo largo sin despeinarse. La jugada aparece en todos los manuales de fútbol, sin duda.
Fruto del segundo gol el fútbol volvió al Calderón, Reyes salió por Koke y Adrián por Gabi. Manzano, tan criticado por su “amarrateguismo”, pasaba a disponer un 4-1-3-2 sobre el campo en un alarde de valentía, pues no olvidemos que con dos goles de ventaja lo sencillo sería meter músculo o retirar delanteros. Fueron los mejores momentos del partido, con Diego demostrando lo pedazo de jugador que es (y para mí no está a tope), con Arda repartiendo y disparando con veneno (la escuadra lo atestigua), con Adrián dejando gotas de calidad, con Reyes siendo Reyes y con un Falcao muy fundido, pero que intimida a cualquier defensa.
Conclusión, primera jornada, tres puntos, sensaciones muy positivas y a la vez extrañas, unos jugadores que son una maravilla partiendo de un estado físico bastante mejorable y una defensa que sigue siendo una jodida feria. Tengo ganas de que llegue el domingo para seguir viendo evolucionar a este grupo.

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Regreso a lo campeón

Artículo cortesía de Harry Osborn

Los aficionados a los tebeos del trepamuros en la década de los 80 recordarán a Estige. Su mera apariencia, con el pelo grasiento, el rostro flaco, la mirada maliciosa y las uñas larguísimas, causaba por sí misma un profundo desagrado, que aumentaba hasta límites insospechados al conocer la peculiaridad del sujeto: pudrir todo aquello con lo que tiene contacto. Decididamente, cuesta encontrar un personaje que represente mejor al clan Gil, en particular en su relación con el Atlético de Madrid.

Debido a esto me mostré reticente cuando se habló de la posibilidad de que el Balonmano Ciudad Real pasase a vestir de rojiblanco, completando una inesperada (no por ello menos deseada) resurrección. En manos de semejante gentuza, una nave tan bien construida y dirigida con tanto acierto podría irse a pique a las primeras de cambio. Aunque prometieran no interceder de forma directa en la gestión (no cabe duda de que el pastel en forma de comisiones es menor), desconfiaba del poder corrosivo gilesco, como lo hubiera hecho de Estige. Ya supuso un mal trago para mí la desarticulación de la sección original. Aficionado desde pipiolo al balonmano, aún doy un respingo cuando escucho a un narrador (”¡A la madera!”); mi mente evoca épocas pasadas, los recuerdos afloran y la nostalgia me invade.

Hoy estuve en Vistalegre, pese a todas mis cuitas. Asombrado por la cantidad de aficionados que parecían haber aguardado con ansia este resurgimiento. Recorría mi cuerpo un cosquilleo, me hallaba emocionado, haciendo paralelismos sin cesar con un tiempo medio olvidado, incrédulo por volver a notar sensaciones que jamás pensé volvería a experimentar. Qué orgullo ver la zamarra rojiblanca una vez más. Las fintas de Markussen, el rutilante fichaje, me encontraron levantado del asiento, dejando de lado la compostura, embargado por el momento y presa de la excitación. Los seis goles del coloso Aguinagalde, frente a la impotente defensa blaugrana, más la picardía de Lazarov, más el coraje de Sterbik, más Hombrados, siempre Hombrados, desde el banquillo… Y al final, el éxtasis, la victoria contundente e inapelable, el trofeo que viaja a las vitrinas colchoneras, como si nada hubiera ocurrido, como si Juan de Dios, Cecilio, Mateo, Julio y los demás nunca se hubieran marchado.

El peligro cáustico del clan Gil sigue ahí. Nada va a hacer cambiar a esa panda de aprovechados, que vendieron y venderán lo más sagrado del patrimonio si el negocio lo requiere. Estige está al acecho. Mas es posible que, después de todo, merezca la pena correr el riesgo. Aunque sólo sea para volver a ser, por unos instantes, aquel chaval que en un inhóspito polideportivo, con una pelota destrozada, trataba de imitar a sus héroes de la cancha, rememorando hazañas deportivas, hechas del mismo material con el que se fabrican los sueños.